domingo, 26 de enero de 2014

A los detractores de la dieta paleo: "Ok, tienen razón. ¿Terminamos ya?"

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 25 de enero de 2014.
Srs. Detractores de la Dieta Paleo:

                                                      De mi consideración.
Por la presente, quiero hacerles llegar mis pensamientos acerca de sus argumentos en contra de la harto nombrada y renombrada Dieta Paleo -conocida también por Paleodieta o Dieta Paleolítica- y comunicarles, y no sin reconocer que pueda sonar a expiación de culpas, que están acertados en cada uno de ellos.

En primer lugar, no cazo ni recolecto un puto alimento.
Mi despertador suena cada mañana para irrumpir mi sueño y con él cada eje hormonal de mi conformación corpórea, al tiempo que con un movimiento casi independiente del sistema nervioso central, me encuentro súbitamente frente al sartén rompiendo huevos de gallinas que fueron criadas del mismo modo que yo: hacinadas, drogadas, mal nutridas y fuertemente esperanzadas en una luz que brilla incluso por las noches.


Aquello de fluir con la naturaleza suavemente en lugar de ser un río correntoso que se lleve hasta las piedras, lo perdí alguna vez durante mis tiernos años.
La mayor parte de mi biomasa, que no es otra que masa usurpada al planeta Tierra, proviene de individuos Aberdeen Angus, Hereford o Shorthorn, mamíferos herbívoros rumiantes ungulados, que a duras penas recuerdan a Bos Primigenius Primigenius, su ancestro paleolítico, y que abandonaron los pastos casi a los mismos tiernos años que yo abandoné aquel fluir.

Al tiempo de estrellar los huevos contra el sartén, monto en una bicicleta -invento novísimo, sabrán- para desplazarme cada día a un destino específico, rutinario y que ya conozco, alejando cualquier posibilidad de encontrar algo nuevo, de descubrir mundo o foráneos ejemplares de mi misma especie.

Sí, abro paquetes y cajas. Preferiría decir que no como nada que venga en un envase, pero hasta la carroña de Aberdeen Angus, Hereford o Shorthorn que compro en el mercado viene dentro de uno y con una toalla absorbente para que sus humores no regresen a la madre Tierra.

Por las tardes, quizás, concurro a un recinto cerrado, vidriado, donde gusto de ver como el deltoides anterior se diferencia del pectoral mayor. Vaya a saber qué cosa rara es ésta de ver al cuerpo como un puñado de músculos. De seguro no es "paleo".
Ni hablar de las plantas que conforman mi dieta. No, ni hablar.

Resumiendo, tienen uds. razón en todo.
Creo que es preciso que sigan comiendo cereales, leche bovina cocida, alimentos que vengan sólo en un envase y que proclamen promesa de salud al ser ingeridos, y aceites refinados que sólo sean prístinos como el cristal, ya que las cosas turbias, son turbias.

Creo firmemente que la Civilización vino a corregir varias cosas que estaban definitivamente desbocadas en la naturaleza. Porque, después de todo, la naturaleza es tirana y no queremos someternos a nada. Somos, nosotros los humanos y, sobre todo uds., los científicos expertos, los más mejores.

Sin más que agregar,
Saluda atte,

Agustín P. Guarna